Lo son todos los que están. Pero seguramente no estén todos los que algún día lo fueron. Hombres bellos de otras épocas. Hombres en blanco y negro que se han quedado grabados en mi retina como referentes del atractivo masculino. Más allá de su belleza evidente, incontestable, me engancha de ellos su actitud ante el mundo, su forma de plantarse ante el escrutinio público.
Interesante, inteligente e incombustible, ahí sigue Clint Eastwood, creando algunas de las mejores películas de los últimos años. Con sólo 50 años y con su aire canalla y atormentado intacto, se fue un día Steve McQueen, un hombre endurecido por la vida que afirmaba de sí mismo: "mi madre no me quería y ni siquiera tuve un padre, así que supongo que en el fondo nunca fui un buen tipo".
Hombres muy mujeriegos o de una sola mujer. Ahí está el caso de Mr Paul Newman, que habiendo podido tener en su cama miles de mujeres, siempre -eso cuenta la leyenda- le fue fiel a la suya, Joanne Woodward. Marlon Brando era intenso, absorbente, difícil, pero al mismo tiempo, extremadamente varonil; ¿qué mujer le hubiera rechazado en su mejor momento físico, durante los años cincuenta, cuando rodó "Un tranvía llamado deseo" y "El salvaje"?
También los hay vulnerables, como James Dean, que hizo de ello marca de la casa con sólo tres películas y se convirtió en un icono fundamental del SXX. Rock Hudson sólo nos dejó ver su vulnerabilidad al final de su vida, cuando admitió su homosexualidad y que estaba enfermo de sida. Hombre entre los hombres, con 1,90 de altura, moreno y de anchos hombros, los estudios trataron de ocultar su condición sexual durante décadas, obligándole a llevar una doble vida.
Los hay tan americanos y refrescantes como la Coca-Cola, como Robert Redford. Nadie ha llevado el flequillo sobre los ojos como él, ¡y su sonrisa...! Sin embargo, en "Una Proposición Indecente" intentaban que nos creyésemos que una mujer en su sano juicio y con un marido como Woody Harrelson -¿se puede tener más pinta de tolai?- le iba a decir que no a Robert, ¡si además le daba un millón de dólares, cuando cualquiera lo hubiese hecho gratis! Yo creo que esta película debería catalogarse como de Ciencia Ficción.
Por último, Alain Delon y Jean-Paul Belmondo, más franceses que la Costa Azul y representantes de dos estilos de seducción totalmente diferentes: Belmondo siempre fue el conquistador simpático y de facciones "difíciles" -aunque a mí personalmente siempre me ha parecido tremendamente atractivo-, mientras que Alain Delon sigue siendo el sex-symbol francés por antonomasia.
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