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Yolanda, la piel |
"Desde muy jovencita he cuidado mi piel con cariño, intentando mantenerla siempre hidratada y exfoliada. En mi opinión una piel cuidada da un aspecto saludable y sexy. Invierto bastante en cremas para el cuerpo y para la cara.
En verano me encanta lucir moreno pero los protectores solares, además de unas buenas cremas hidratantes tanto corporales como faciales, me parecen imprescindibles; son mis compañeros inseparables.
¡Al fin y al cabo, la piel es nuestro envoltorio!"
Sofia, el pelo |
"Yo como punto fuerte escogería mi pelo J. Para cuidarlo procuro lavármelo cada dos días, también es que lo tengo un poco seco y me aguanta más. Utilizo champús que nutren y dan volumen, ya que al tenerlo tan largo sino me pesa mucho y se me queda aplastado en la raíz. También me aplico una mascarilla, pero sólo en la melena y puntas.
Lo desenredo con los dedos con la mascarilla puesta, porque con el cepillo se parte más. Dos veces al mes uso un champú anti-caspa, no porque tenga caspa sino para no abusar de productos muy cosméticos."
Lo desenredo con los dedos con la mascarilla puesta, porque con el cepillo se parte más. Dos veces al mes uso un champú anti-caspa, no porque tenga caspa sino para no abusar de productos muy cosméticos."
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Alba, los ojos |
“Mis ojos son una de las partes que más me gustan de mí, por eso intento darles el máximo protagonismo usando lápices, sombras negras y un pincel para difuminarlas y lograr un efecto ahumado. También una máscara doble de pestañas (recomiendo Double Extension Serum de L’Oréal).
Por la noche los desmaquillo a fondo con una limpiadora específica y luego aplico una crema en el contorno. Mis trucos para resaltarlos aún más es perfilar el interior, tanto por abajo como por arriba, y llevar siempre flequillo ya que enmarca la mirada. También me parece muy importante cuidar las cejas.”
Aprender a querernos a nosotros mismos debería ser una asignatura obligatoria en los colegios, mucho más provechosa y útil para desenvolvernos por la vida que memorizar el teorema de Pitágoras o el nombre de todos los ríos que fluyen por Europa.
Sin embargo en nuestra cultura de la culpa y de la vergüenza nos resulta extremadamente difícil aparcar la auto-crítica, sobre todo en el caso de las mujeres y en concreto con todo lo referente a las percepciones que tienen de su propio físico.
En general las mujeres somos muy exigentes con nuestra propia imagen y por lo tanto, tendemos a restarle valor a nuestro atractivo. Además padecemos de lo que yo llamo “Modestia Impuesta”, un síndrome que hemos heredado a lo largo de los siglos y que ha terminado por convencernos de que vernos guapas e invertir tiempo en cuidarnos nos convierte en unas “presumidas”, unas “creídas”, “vanidosas” y “coquetas”; todos adjetivos despectivos cuya sombra nos persigue desde que somos sólo unas niñas.
Por ejemplo, a mí siempre me ha llamado poderosamente la atención que en muchas entrevistas a modelos guapísimas y maravillosas, una de las preguntas más recurrentes sea "¿cuál es la parte de tu cuerpo que menos te gusta?".
¡Por favor! ¿Es una broma? ¡Si la chica es un pibón! Es como si quien le hace la entrevista se hubiera adjudicado la gloriosa misión de bajarle los humos -incluso siendo posible que la pobre chica ni siquiera los tenga "subidos"- haciéndole ver que no es tan perfecta, en un intento de que los demás pensemos que ha conseguido poner a una diosa a la altura del resto de las mortales. ¡Qué bien, gracias!
En serio, ¿es que alguien cree que obligar a una top model a confesar un defecto va a hacer que una mujer normal se sienta mejor con los suyos? ¿Y si además resulta que ese fallo es algo tan tonto como unos pies grandes o unas orejas ligeramente despegadas?, ¿eso no hará que nos sintamos aún peor al compararlos con la celulitis o unas piernas cortas?
En definitiva, un despropósito. Por eso pensé que para todas nosotras sería mucho más positivo y alentador que alguien hiciera la pregunta al revés y que además, se la plantease a mujeres normales. Así que les he pedido a tres amigas mías que nos cuenten "cuál es la parte de su cuerpo que más les gusta" y también que nos digan también qué hacen para cuidarla y realzarla. Desde aquí os invito a hacer lo mismo; a que os sintáis orgullosas de mimaros y a hacerlo cada día, por amor a vosotras mismas. Sin lugar a dudas, me parece que este es un ejercicio infinitamente más sano y provechoso que la pasajera satisfacción de encontrarle un defecto a una modelo.
¿Hay que sentirse culpable por querer estar guapa? Pues va a ser que no.